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martes, 17 de mayo de 2011

Ley del libre albedrío por Ma. Elena García

Hace unos meses mi madre, de 89 años, decidió casarse con un galán siete años menor que ella. Esto provocó sentimientos diversos entre los familiares:

 –No puede hacer eso, mi papá apenas tiene 7 meses de fallecido, es una falta de respeto para él, decía una hermana.

- ¿Cómo va a casarse a su edad, qué va a decir la gente?¡Es una vergüenza!, dijo otra.   
-Voy a hablar con ese señor para que deje en paz a mi abuela, no quiero que se case con él.  Le dijo a su mamá uno de mis sobrinos.

Tratando de apaciguar ese mar de emociones le pregunté a mi hermana:

-¿Quién de nosotros actuamos o vivimos como mi mamá quiere?

-Nadie, contestó.

-Entonces, si nosotros hacemos lo que queremos sin consultarle a ella, ¿Tú crees que las hijas tenemos el derecho o la facultad de decirle a mi mamá lo que puede o no hacer? Ella simplemente está haciendo uso de su derecho a elegir, sólo ella sabe lo que necesita para sentirse bien; como ella dice, ya le quedan pocos años de vida y si eso la hace feliz pues hay que apoyarla y organizarle una bonita boda.

Al final la mayoría de los hijos estuvimos compartiendo y disfrutando con mi madre esos momentos tan felices; casi todo el pueblo se dió cita en la fiesta y los novios muy contentos bailaron al son de la música durante varias horas.

Situaciones conflictivas como la anterior son muy cotidianas y causan mucho dolor, coraje, resentimiento y un gran desperdicio de energía. ¿Cuántas veces obligamos a nuestros hijos, hermanos, pareja, amigos y a quien se nos ponga enfrente a hacer, creer, vestir, estudiar o actuar como nosotros queremos? “Tienes que ser doctor como tu papá”, “Si no me acompañas a misa, no iré al cine contigo”, “Cómprate zapatos de tacón, con esos pareces viejita”, “tienes que convertirte a mi religión porque sólo así te salvarás y tantos ejemplos más.

Actuamos así porque pensamos que sólo lo que nosotros pensamos o hacemos es lo correcto y esto sucede porque desconocemos una de las grandes Leyes Universales: El libre albedrío   que mantiene el equilibrio y el respeto de  la vida de los seres en su expresión espiritual, manifestación material y grado de conciencia alcanzado en pensamiento, sentimientos y actos.


El Creador, en su infinito amor nos dió la libertad y el derecho de nuestra propia vida, no podemos pretender que todos actuemos de la misma forma  porque  el desarrollo interno le toma diferente tiempo de crecimiento a cada ser, pues el nivel evolutivo espiritual no es el mismo en todos los seres. Cada uno de nosotros es único, aprendemos y crecemos en diferente forma que los otros y eso es maravilloso porque  si sólo hubiera una forma de hacer algo, la vida sería aburrida y no tendría sentido. El borracho, trailero, curandero, albañil, educador, comerciante, astronauta, estudiante, sacerdote, barrendero; todos y cada uno están cumpliendo la Ley,   todo sucede de acuerdo a ella, nada se escapa; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.

Reflexiona cómo vives, talvez tratas de darle gusto a tu familia o a otras personas y haces cosas que no te agradan. Cerca de tí siempre hay gente con más experiencia y sabiduría de la vida  que tú y es muy útil y necesario escuchar sus consejos, sin embargo quien tiene la última palabra eres tú. Tómate el tiempo para estar en silencio y escucha tu voz interior, ella siempre te dirá lo que es bueno para ti. Atrévete a cambiar, la libertad ya se te ha dado y está esperando que la uses por el bien, principalmente, de tí misma. Y cuando aplicas y vives el libre albedrío, entonces comprendes y respetas el derecho que los demás tienen a vivir como ellos quieran. Será un gran avance en la evolución cuando aprendamos a respetar y a amar a los demás tal como son y beneficiarnos con sus acciones en vez de conflictuarnos con ellos.


Una reflexión de los Indios Hopi dice:


“No veo error alguno en las cosas que puedas decir, hacer, sentir y creer porque entiendo que te estás honrando a tí mismo al ser y hacer lo que es verdad para tí. No puedo recorrer la vida con tus ojos ni verla a través de tu corazón. 

Te aprecio exactamente como eres, siendo tu propia y singular chispa de la Conciencia Infinita, buscando encontrar tu propia forma individual de relacionarte con el mundo. Sin reserva ni duda, honro el derecho universal de libre albedrío para andar tu propio camino, creando etapas o manteniéndote quieto cuando sientas que es apropiado para ti. Esta es la llave de la paz y armonía en nuestras vidas y en nuestra Tierra porque es la piedra central del Amor Incondicional”.

Para reflexionar:

¿Tomas tus decisiones en base a lo que quieres o necesitas?
¿Te esfuerzas en ser o hacer lo que otros quieren solo para sentirte aceptada?
¿Presionas o otros para que sean como a ti te gusta o sólo intervienes cuando piden tu ayuda o consejo?
¿Alabas las virtudes de tu pareja o sólo le hechas en cara sus “defectos” y le dices que no cambia?