"Pasando vió un hombre ciego de nacimiento. y sus discípulos preguntaron:
Maestro ¿Quién pecó, éste o sus padres para que naciera ciego?" (Evangelio de Juan 9, 1)
"Alá nos envía muchas veces hasta que regresemos a Él". (El Corán)
"Antes del tiempo que pasé en el seno de mi madre, ¿No habré estado en otra parte y sido otra persona" (San Agustín, "Confesiones" Libro 1)
"Saber
quiénes hemos sido para saber quiénes podemos ser". Reconocer
que nuestras actuales condiciones obedecen a deudas o méritos de existencias
pasadas, es parte del proceso del autoconocimiento. Así como nosotros no enviamos
a nuestros hijos un año a la escuela, sino que los remitimos año tras año, para
ampliar su aprendizaje, y a la vez para que incorpore cosas nuevas; la
Divinidad, sabiendo que el ser no logra realizarse en una sola existencia física
le otorga tantas existencias como le sean necesarias para pasar al plano
inmediato superior... Nunca hemos sido mejores de lo que somos ahora,
por ende somos el resultado de nuestras experiencias pasadas. La
reencarnación, es entonces la explicación del porqué de las oportunidades o
dificultades y situaciones diversas, muchas de ellas muy complejas que nos
tocan vivir. Pero obviamente algún mérito habremos conseguido como
para estar ahora conscientes de la responsabilidad de saber y de actuar,
preparándonos cada día más para cuando seamos requeridos a plenitud.
Los egipcios enseñaban la reencarnación 3,000 años antes de nuestra era
con estas palabras: "Antes de nacer, el niño ha vivido ya y la muerte no
termina en la nada. La vida es un devenir, que transcurre semejante
a un día de sol, que recomenzará". Asimismo, Platón enseñaba la doctrina del
renacimiento. Decía: "Para que en esas vidas, las
almas de los muertos desgasten sus malas acciones
pasadas". Afirmaba que: "Las almas reencarnadas lo hacen
en cuerpos que se asemejan a los que tuvieron en vidas anteriores, e igualmente
en instinto y tendencias adquiridas por anteriores experiencias". Y en
Fedón podemos leer: "El alma es más vieja que el cuerpo. Las
almas renacen sin cesar del Hado, para volver a la vida actual". La escuela de Hermes ya
sostenía que: "Las almas bajas y malas permanecen encadenadas a la tierra
por múltiples renacimientos; pero, las almas virtuosas suben volando hacia las
esferas superiores". Los neoplatónicos afirmaban: "Cada alma
recibe el cuerpo que le conviene y que está en armonía con sus
existencias anteriores".
Orígenes,
discípulo de San Clemente, el más instruido de los padres cristianos, aceptaba
la doctrina de la reencarnación (vidas sucesivas), que era del conocimiento
y creencia común de los primeros tres siglos del cristianismo, y por
ello fue anatematizado en aquel famoso Segundo Concilio de Constantinopla. Decía
él: "Cada alma recibe un cuerpo de acuerdo con sus merecimientos y sus
previas acciones". San Gregorio Nacianceno (328-389), decía:
"Hay necesidad natural de que el alma sea curada y purificada, y de que,
sí no lo es en esta vida lo sea en otras siguientes y futuras." San Agustín, en su
Libro "Confesiones" emplea esta frase: "Antes del
tiempo que pasé en el seno de mí madre ¿No habré estado en otra parte y sido
otra persona? Krishna, hacia el año 3,000 antes de nuestra era (según la
cronología de los brahmanes) dijo: "Yo y vosotros hemos tenido muchos
nacimientos. Los míos no son conocidos sino por mí, pero vosotros no
conocéis siquiera los vuestros". Y en diálogo con su discípulo
Arjuna (Véase Bhagavad Gita), dice: "Así como el alma residente en el
cuerpo material pasa por las etapas de la infancia, juventud, madurez y vejez;
así a su debido tiempo pasa a otro cuerpo y en otras encarnaciones volverá a
vivir y desempeñar una nueva misión en la Tierra."
Los Vedas,
al igual que los cristianos afirmaban la inmortalidad del alma y la vuelta de
nuevo a la carne. Sostenían "Que el alma es la parte inmortal
del hombre; que las almas vienen hacia nosotros y regresan, y vuelven a venir;
que todo nacimiento, feliz o desdichado, es la consecuencia de las obras
practicadas en las vidas anteriores". Y según el Corán: "Alá
nos envía muchas veces hasta que regresemos a Él". También Ovidio cantaba:
"Las almas van y vienen. Cuando vuelven a la Tierra,
dan vida y luz a nuevas formas". Y Virgilio, en "La Eneida
" asegura que el alma al hundirse en la carne, pierde el recuerdo de sus
vidas pasadas. Los cabalistas, así como los exegetas judíos, se
ocuparon intensamente de la reencarnación; basta leer "Trasmigración del
Alma", del rabí: Isaac Luria. Los hebreos tenían pues la
convicción de la reencarnación, tal como se puede ver con la comisión enviada
por el clero judaico del Sanedrín a Juan el Bautista, al preguntarle si él era
el Mesías o era Elías (Juan 1,19-22). Posteriormente será el mismo
Jesucristo quien confirma diciendo: "Y si queréis oírlo, el es Elías que
había de venir"... (Mateo 11,14-15).
En el siglo
IV-V, San Jerónimo, secretario del Papa Dámaso I y autor de
la Vulgata (la Biblia traducida al latín), en su controversia con
Vigilantus, el galés, debía aún reconocer que el renacimiento de las
almas era la creencia de la mayoría de cristianos de su tiempo. La condenación de los puntos
de vista de Orígenes, por ejemplo, y las teorías gnósticas, por el Segundo
Concilio de Constantinopla (año 553), a instancias del
emperador Justiniano I y el Papa Virgilio quien promulgó una Ley en
la que declaraba: "Todo aquel que sostenga la mística idea de
la preexistencia del alma y la maravillosa opinión de su regreso, será
anatematizado. Esta anatematización o maldición en aquellos tiempos,
significaba la persecución; por lo que, a pesar de ser una creencia sostenida
por los primeros cristianos, fue cayendo en el olvido en las
siguientes generaciones. Y en lugar de esta concepción clara del destino
en la vida de los humanos, conciliadora de la justicia divina con las
desigualdades y sufrimientos humanos, surgieron un conjunto de dogmas que
hicieron la oscuridad en el problema de la vida y alejaron al hombre de
Dios. Sin embargo, la creencia en las vidas sucesivas reaparece en
el mundo cristiano en diversas épocas.
Un caso
evidente de reencarnación mencionado en la Biblia, en el libro de Reyes es el
caso de Elías, profeta de Israel. El fue arrebatado en un carro de fuego, delante de un testigo presencial llamado Eliseo, su
discípulo. Pero poco antes de que esto ocurriera, Elías se enteró que el rey
Ajab, rey de Israel, se había olvidado del culto a Yahvéh o Jehová, y estaba
adorando al dios de su esposa fenicia Jesabel. Cuatrocientos cincuenta
sacerdotes del dios Baal comían en la mesa de Ajab. Por tanto, en un arranque
de celo de amor a Dios, Elías retó a los sacerdotes de Baal, para que
sacrificaran un holocausto a su dios en el monte Carmel, que él solo haría lo
propio delante del pueblo. Quien no pudiera demostrar que su dios era el
verdadero, lo pagaría con la muerte. Los sacerdotes de Baal, estuvieron durante
horas cantando y danzando delante de su altar, pero su dios no se manifestó.
Elías hizo lo propio, y del cielo bajó un rayo de luz que consumió la ofrenda.
Entonces tomó entre sus manos una espada, y arengando al pueblo degolló a los
sacerdotes, cortándoles la cabeza.
Existe la
Ley de Causa y Efecto expresada en la Biblia como la Ley del
"Talión", que es "ojo por ojo y diente por diente",
mientras que en el Evangelio dice: "Has con otros como quisieras que
hicieran contigo y no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti".
Por tanto en el Evangelio de Lucas, se nos dice: "Que el ángel se le
apareció a Zacarías, el esposo de Isabel, la prima de María y sacerdote del
templo. Y le dijo que le iba a nacer un hijo, que vendría con el espíritu de
Elías". No con la personalidad ni con el carácter, porque eso muere con la
persona, sino con su espíritu. Así que si Juan el Bautista era la reencarnación
de Elías, y Elías tenía una deuda de sangre por haber matado a otros seres
humanos cortándoles la cabeza, ¿Cómo murió Juan el Bautista? Las versiones actuales del
Nuevo Testamento explican que Jesús, después de la transfiguración
en el Monte Tabor, se encontró con los tres apóstoles que le acompañaban, y
estos le preguntaron: "Señor, pero no estaba dispuesto acaso que antes de
que viniera el Mesías tenía que regresar primero Elías?". A
esto, Jesús les respondió: "En verdad os digo, que Elías ya
vino y no le reconocieron, sino que hasta le habéis matado. Así
también harán ellos padecer al hijo del hombre. Entonces,
entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista"
(Mateo 17,10-13).
En el
evangelio de San Juan (Cap.9, 1- 3) dice: "Pasando vio un
hombre ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: Maestro quién
pecó, éste o sus padres para que naciera ciego? Respondió Jesús: Ni
pecó éste ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de
Dios". ¿Cómo podían preguntarle a Jesús si ese hombre que era ciego de
nacimiento, lo era porque él había pecado o sus padres? ¿En qué quedamos? Si no
existen vidas anteriores ¿Cuando habría pecado? Pero no siempre las situaciones
de la vida son consecuencias de desaciertos o pendientes de nuestras vidas
anteriores. Ciertas situaciones muy duras pueden ser parte del proceso de
aprendizaje y no necesariamente un castigo.
Si dos
personas no nacen en igualdad de condiciones, ¿cómo podríamos hablar de
justicia y equidad Divina? Uno nace hombre y otro mujer, y no hay aún igualdad
de condiciones para ambos; uno nace pobre y otro rico; uno sano y otro enfermo;
uno con todas las oportunidades en la vida y otro sin ninguna; uno tuvo una
larga vida, y el otro ni bien nació se murió o no nació; uno tuvo una hermosa
familia, y el otro, o no la tuvo o mejor que ni la hubiera tenido. Todo esto se
explica desde la reencarnación como la oportunidad para aprender a
ser solidario unos con otros. La ley de Causa-efecto aplicado al tema de la
reencarnación nos muestra orden y sentido en la vida, así como justicia y
equidad Divina, a la vez la oportunidad como para manifestar entre
todos el amor incondicional. La reencarnación o encarnación sucesiva de los
seres, es una ley natural y cósmica. Sin ella, las actuales
desigualdades humanas: físicas, intelectuales y morales, no tendrían una
explicación lógica. Así hasta los fenómenos dolorosos serían
reajustes del orden violado, como rescate de deudas contraídas con la Ley
Universal del Amor en el pasado o procesos de aprendizaje.
Analicemos,
por un momento, a la luz de la razón cómo funcionan las cosas. La
más elemental lógica nos hace ver que si Dios es infinitamente sabio y justo (y
en ello concuerdan todas las religiones), por tanto tendría que
proveer a todas las almas con las mismas cualidades intelectuales, morales y volitivas,
y nacer todos en las mismas condiciones humanas. Y si esto no ocurre en la
práctica cómo explicarse si tan solo una vida se le diera a cada
alma para alcanzar la llamada bienaventuranza. No nacemos todos
iguales, por tanto eso debe tener una explicación lógica basada en leyes
universales. ¿Podremos entonces, culpar a Dios, que es la Máxima
Sabiduría Cósmica y el eterno Amor, de las desigualdades e incongruencias? Además, si el alma es creada
por Dios, al nacer tiene que ser pura; porque es inadmisible a la razón que
Dios pueda crear algo impuro.
Tarea:
Si me llegara a ir pronto de este plano ¿Qué dejo
inconcluso? ¿Hacia dónde voy como Ser?
¿Cómo quiero ser recordado? ¿Cuál es mi legado?