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martes, 21 de junio de 2011

Puedo elegir mis pensamientos, por Elizabeth Gilbert

Traducción del inglés al español 

Un extracto de “Eat, Pray, Love”  (Comer, rezar, amar) de Elizabeth Gilbert

puedo elegir mis pensamientos.


Este último concepto es una idea radicalmente nueva para mí. Richard, de Texas lo trajo a mi atención recientemente, cuando se quejaba de mi incapacidad para terminar con mi conflicto. Él dijo, "¡Pamplinas! Tú necesitas aprender cómo seleccionar tus pensamientos  de la misma manera que eliges la ropa que vas a usar todos los días. Se trata de un poder que puedes cultivar. Si quieres controlar las cosas negativas en tu vida,  trabaja sobre la mente. Eso es lo único que se debe tratar de controlar. Deshazte de todo menos de eso. Porque si no  puedes aprender a dominar tu pensamiento,  estás en serios problemas para siempre”.


A primera vista, esto parece una tarea casi imposible. ¿Controla tus pensamientos, en vez de que ellos te controlen a tí? ¿Pero imagínate si pudieras? No se trata de reprimirlos o negarlos. La represión y la negación crean juegos elaborados para pretender que los pensamientos y sentimientos negativos no se están produciendo. De lo que Richard está hablando es admitir la existencia de pensamientos negativos, entender de dónde vienen y por qué llegaron, y luego, con el perdón y la gran fortaleza de ánimo, despedirlos. Esta es una práctica que se ajusta con cualquier trabajo psicológico para hacerla durante la terapia. Puedes, en primera instancia, utilizar la oficina shrink'f para entender por qué  tienes estos pensamientos destructivos y puedes hacer  ejercicios espirituales para ayudarte a superarlos. Es un sacrificio dejarlos ir, por supuesto. Es una pérdida de viejos hábitos, reconfortantes viejos rencores y dramas familiares.

Por supuesto todo esto requiere práctica y esfuerzo; no es una enseñanza que se puede escuchar una vez y luego esperar a dominarlos de inmediato. Es una vigilancia constante y quiero hacerlo. Tengo que hacerlo, necesito hacerlo para fortalecerme. Es como dicen en italiano Devo Farmi le ossa . "Tengo que fabricar mis huesos." Así que he comenzado a observar mis pensamientos todo el día y a monitorearlos. Repito esto alrededor de 700 veces al día: "No voy a albergar más pensamientos malsanos". La primera vez que me oí decir resguardar, mi oído interno la conectó a la palabra "puerto". Un puerto, por supuesto, es un lugar de refugio, un puerto de entrada. Me imaginé el puerto de mi mente un poco destartalado, tal vez un poco desgastado por la tormenta, pero bien situado y con una profundidad agradable. El puerto de mi mente es una bahía abierta, el único acceso a la isla de mi Ser (que es una joven y volcánica isla, sí, pero fértil y prometedora). Esta isla ha pasado a través de algunas guerras, es cierto, pero ahora está comprometida con la paz, bajo un nuevo líder (yo) que ha establecido nuevas políticas para proteger el lugar. Y ahora, deja que estas palabras crucen los siete mares: hay leyes mucho, mucho más estrictas que en los libros acerca de quién puede entrar en este puerto.


Tú ya no puedes venir aquí con pensamientos duros y abusivos, con tus buques de plagados pensamientos, con tus barcos de esclavos pensamientos, con tus buques de pensamientos de guerra, todos ustedes deberán alejarse. Del mismo modo, se exilia cualquier pensamiento de envidia o enojo contra los descontentos y panfletistas, amotinados y asesinos violentos, prostitutas desesperadas, proxenetas y polizones subversivos; ustedes tampoco pueden venir más. Pensamientos caníbales, por razones obvias, ya no serán recibidos; incluso los misioneros serán revisados cuidadosamente para comprobar su sinceridad. Este es un puerto tranquilo, la entrada a una isla refinada y orgullosa de estar empezando a cultivar la tranquilidad. Si pueden cumplir con estas nuevas leyes, mis queridos pensamientos, entonces son bienvenidos a mi mente, de lo contrario, debo regresarlos hacia el mar de donde vinieron.
Esa es mi misión, y nunca tendrá fin.


Extracto de "Eat, Pray, Love" de Elizabeth Gilbert.


Copyright 2006 Elizabeth Gilbert
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